Entrevista a Paqui Perona: “El Rey de España y la Iglesia católica deberían pedirnos perdón”

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La presente entrega cierra un ciclo de tres entrevistas que tienen como objetivo, dar a conocer el sentimiento de tres personas comprometidas con el Pueblo Gitano, con perfiles personales y trayectorias diferentes pero unidos por el amor al pueblo Romaní. Paco Heredia, guitarrista flamenco profesional, nos ofreció su visión sobre el arte y la cultura en el siglo XXI y las dificultades de la cultura popular para sobrevivir a la globalización, Manuel Jiménez, vendedor ambulante y profesor de guitarra flamenca, nos habló de los intentos de genocidio que ha sufrido el Pueblo Gitano, desde las pragmáticas de Carlos III hasta las barbaridades que están sucediendo en la Guerra de Ucrania pasando por el holocausto nazi y Paquí Perona nos explica la transición desde las playas del Camp de la Bota hasta el barrio de la Mina, del antigitanismo, de la mujer gitana y de las particularidades del feminismo gitano.Si a través de esta lectura, se consigue que algunas personas reflexionen y consigan arrinconar algunos de los prejuicios mantenidos tanto a nivel popular como institucional hacia el Pueblo Gitano, habremos dado un pequeño paso para erradicar el antigitanismo.

Paqui Perona  es una mujer trabajadora, comprometida socialmente, difunde la historia del pueblo romaní entre los más jovenes y promueve la creación de un modelo feminista que contemple la idiosincrasia de la mujer gitana y por encima de todo, es una activista por los derechos del Pueblo Gitano. Habla con una pasión que se refleja en su viva mirada, transmitiendo veracidad en su discurso, valores y propuestas. Tanto ella como la familia Perona, son  referentes en el barrio de la Mina. Desde la Fundación Surt, trabaja para la inserción en el mundo laboral y el empoderamiento de la mujer gitana, preside la Asociación Romanne Glasura – Veus Gitanes. Ha sido guionista de los documentales Samudaripen, el holocausto olvidado, sobre los miles de gitanos que murieron en los campos de concentración nazis y Sara, que relata el proceso de conocimiento y concienciación de una joven gitana de Mina, sobre la historia de su Pueblo, su cultura y su futuro.

Durante mi infancia, en el Poble Sec, recuerdo una precariedad económica  generalizada, sobre todo entre los inmigrantes recién llegados que vivían en las laderas de Montjuic mientras buscaban su primer trabajo. Sin embargo, los que soportaban unas condiciones de vida más precarias eran los gitanos de Can Valero o de Can Tunis. Tú has vivido en las barracas del Camp de la Bota, igual que muchos gitanos que vivían en Pekín, Somorrostro, la Perona, Can Valero. ¿Qué recuerdos guardas de esa época?.

Yo nací en el Camp de la Bota y mi infancia fue muy feliz a pesar de vivir en una chabola, sobre todo por el sentimiento de unidad y solidaridad que había entre todos los vecinos. Nuestra familia procede de Jaén y hemos sido tratantes desde hace siglos; habíamos vivido bien con nuestro trabajo y en mi memoria más próxima, no habíamos conocido el nomadismo.

Mis padres vivieron con angustia el tiempo de la chabola porque ellos estaban bien establecidos, pero al llegar aquí, todo fue distinto, pasaron de vivir en su casa y de su trabajo a la chabola de madera sobre la arena y junto al mar. Cada vez que venía tormenta y se oía el rugido del mar, temían que el mar se nos llevase a todos en cualquier momento.

Yo tenía una sensación distinta, mi realidad era la playa, la barraca y la comunidad. No conocía otra cosa y vivía las tormentas como una fiesta. Cuando mi madre ponía cubos para las goteras, mi hermano y yo lo veíamos como una fiesta porque mi barraca era la más alejada del mar y venía toda la familia a refugiarse en ella y para nosotros era una gran celebración.

Por tus palabras deduzco que no sentías estar viviendo en una situación de pobreza y marginación. 

La conciencia del niño es muy relativa para estas miserias.  Cuando no has conocido otra vida con más comodidades, pero a cambio tienes una buena familia, una buena unión con los vecinos, unos padres que te quieren y te protegen, no necesitas nada más para ser feliz. Yo no era consciente de la discriminación porque allá todos estábamos igual y no echaba de menos los lujos porque jamás los había conocido.

Del Camp de la Bota se dice que era un lugar en donde todo era compartido y había un alto nivel de organización social.

Así es, en el Camp de la Bota, la vida comunitaria era lo prioritario, por encima de tu procedencia o de si eras payo o gitano. Mi hermano estaba enfermo y tenía que ir cada día al hospital y yo me quedaba con la vecina de enfrente que era paya y me cuidaba por las mañanas, por las tardes me cuidaban sus hijas y los fines de semana, mi madre me hacía las coletas y salía con la hija de la vecina y su novio, que iban a misa y después paseábamos un buen rato. La pobreza te da ese regalo, cuándo no tienes nada, te agarras al valor de las personas y de la comunidad. En el Camp de la Bota no había segregación, allí éramos todos obreros, todos iguales y lo compartíamos todo.

¿Se puede ser feliz viviendo en una barraca de madera delante del mar?

Los primeros recuerdos y los más felices que tengo en mi vida son del Camp de la Bota y si pudiera cerrar los ojos y vivir de nuevo allí, lo intentaría. Soy consciente de que no soy la misma ahora que con cinco años, pero los recuerdos son tan gratos que lo probaría. Ayer estuvimos viendo una película en super-8 de cuando estábamos en el Camp de la Bota y teníamos todos unas caras de felicidad que hoy en día no las ves, ni siquiera en los niños. Esa alegría por estar vivos, rodeados de gente que nos quiere y nos cuida, es lo que le hace falta a la sociedad actual.

En 1969, se empieza a construir La Mina, para eliminar las barracas de Barcelona y acoger a 15.000 personas, sin servicios públicos, sin planificación y sin más interés que el de crear un gueto marginal, lo más alejado posible de la ciudad.  ¿Cómo recuerdas el cambio de la barraca a un piso? 

El traslado a la Mina fue lo más traumático para mí. Cuando le dieron un piso a mi tío, veníamos a verlo todos los días y lo que más me llamaba la atención era el agua corriente. Me pasaba horas enteras abriendo y cerrando los grifos, tirando la cadena del váter o con el teléfono de la ducha, porqué yo iba diciéndole a todo el mundo que mi tío tenía un teléfono que echaba agua. Mi familia siempre había vivido en casas y valoraba las comodidades de un piso, pero yo era diferente, solo conocía la barraca y para mí, todo era nuevo y sorprendente.

Cuando empezamos a vivir entre cuatro paredes, sentí una gran pena, una sensación de ahogo que ahora analizo como el resultado de verme enjaulada. Mi madre estaba contentísima de estar en un piso con su agua y electricidad pero pronto empezaron a echar de menos esa unión entre los vecinos que teníamos en las barracas. Habíamos ganado en lujo y comodidad, pero habíamos perdido otras cosas.

Aquí sólo existían los edificios, no estaban previstos los servicios públicos propios de un barrio, las escuelas, la sanidad, el transporte público, Todos los servicios se consiguieron en base a la movilización de los vecinos y ahí estuvieron mi padre y mis tíos y de ahí nace el Centro Cultural Gitano. El barrio albergó a un montón de chabolistas y jamás existió un interés por crear unas condiciones de vida dignas y por eso siempre ha existido una gran politización peró aun así, en la Mina se produce una segregación que en el Camp de la Bota no existía.

En 1973 empieza la época del cine quinqui, de la mano, principalmente, de los directores Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma, donde  aparece la Mina como un crisol donde la pobreza y la marginación. ¿Cómo afecta este fenómeno a la población?

El cine quinqui fue un boom que hizo famosa a la Mina y ese boom benefició a muchos pero también nos perjudicó a muchos. Por un lado, los niños los tomaron como referentes y las administraciones empezaron a recoger dinero para la Mina que se acabó usando para otras cosas y nunca llegó a usarse para la vecindad.

La Mina fue víctima de la epidemia de la droga, nos atribuyen el papel de verdugos, pero fuimos víctimas de esa epidemia, sufrimos lo mismo que muchos otros barrios. Muchas familias perdieron a todos sus hijos, nos falta una generación y tuvimos que aprender a sobrevivir con lo que podíamos.

Nunca debemos olvidar las condiciones de vida de las personas y cuando no hay trabajo ni condiciones para vivir con dignidad es sencillo buscar soluciones rápidas. Solemos juzgar rápidamente a las personas o colectivos, pero estas situaciones tienen mucho que ver con las políticas  que se adoptaron en la Mina.

En Brasil existen tribus que viven en la Amazonía y que conviene que sigan ahí para conservar la selva.  En los años ochenta llegaron científicos europeos para estudiarlos y se llevaron a varios de ellos para que conocieran las ciudades modernas y les facilitaron unas televisiones para que pudiesen estar informados y conocer el mundo exterior. Estas personas empezaron a ver Falcon Crest y Dallas, conocieron el tipo de vida y las comodidades de las ciudades modernas y esto les hizo desear estos bienes y acabaron   vendiendo la madera que debían proteger. A mucha gente de aquí les pasó exactamente igual y es natural que las personas quieran vivir con la misma dignidad que otros seres humanos y aquí no hay culpables ni inocentes, aquí hay pobreza y desigualdad.

En esa época había payos y gitanos que comían de un cubo de pescado que cogían del mar y si no pescaban, no comían. Muchos gitanos vivían de un mercadillo donde apenas se vendía y en el fondo, todos somos seres humanos y vivimos en una sociedad basada en un consumo exagerado, pero al mismo tiempo padecemos la escasez y la necesidad y llega a un punto en que ves que tus hijos no pueden vivir como los demás niños, pero no tienes ninguna posibilidad de hacerlo posible. No existe un análisis social sobre esto, sólo hay culpables e inocentes y no es esto. Hay un sistema que genera estas situaciones.

Las Olimpiadas de 1992, fueron un punto de transformación radical de Barcelona. ¿Cómo se vivieron esos cambios en la Mina?

En 1992, con motivo de las Olimpiadas, desapareció Can Tunis y trajeron a sus habitantes y las actividades que había allí, a la Mina. La Plaza Real de Barcelona era un centro de compra/venta de drogas y eso no quedaba bien para la ciudad olímpica y se trasladó esa actividad a la Mina, sin más. La situación de la Mina no la hemos creado los vecinos, la han creado las  políticas que se han tomado desde fuera y que nos han afectado plenamente. Existen otros barrios que han recibido chabolistas y están en una situación normal. ¿Qué ha pasado aquí?, ¿Todo lo que pasa en la Mina es culpa de sus vecinos?… Perdonad, pero todos los problemas que sufre la Mina han sido creados por las administraciones.

En 2004 llega el Fórum de las Culturas y aparece la Nueva Diagonal, los pisos de lujo cerca del mar y lo que era un barrio pensado como un gueto, se convierte en un espacio apetecible para la especulación. ¿Lo vivisteis, como una oportunidad o como un peligro?.

Para empezar, la mayoría de familias gitanas, vivíamos de un mercadillo ilegal que teníamos aquí y de un día para otro, aparecieron máquinas y destruyeron el mercadillo y todas esas familias que se ganaban la vida allí, se quedaron sin ninguna fuente de ingresos. Así empezó el Fórum de las Culturas en la Mina.

Después nos pusieron la comisaría de los Mossos y muchos lo vimos como una oportunidad, pero en realidad entraron pegando palos, Recuerdo que mi tío llevaba siempre con sombrero y vara, era un anciano y un día lo pararon mientras esperaba  el autobús para identificarlo y esto se repitió muchas veces, incluso estando sentado en un banco,  charlando con varios payos y venir los Mossos a identificarlo sólo a él, a un hombre de 70 años, por tener aspecto gitano. De golpe pasamos de ser vecinos a sentirnos tratados como presuntos delincuentes, en nuestro propio barrio, por la manera de vestir o el color de la piel.

Cuando empezaron las obras del Fórum, nos sentimos como conejillos de indias, vimos que se empezaba a construir edificios  para gente que no eran como nosotros pero aquí vivíamos nosotros y no sabíamos cómo nos podría afectar esa nueva Mina, 

Es verdad que el plan urbanístico se acompañó de un plan social, en el cual estoy trabajando, porque es imposible justificar un plan urbanístico tan potente y en un espacio tan vulnerable sin un plan social, pero el plan urbanístico se piensa, se crea y se trabaja desde las administraciones. No lo hemos creado nosotros, nos lo han creado desde afuera, Todos los proyectos, todas las políticas que nos afectan, nos las crean desde lo que  la sociedad piensa que nosotros necesitamos pero sin nuestra participación.

¡Dejad de pensar por nosotros, de decidir por nosotros, que somos seres humanos, mayores de edad y tenemos derecho a decidir sobre nuestra vida!. 

Las políticas de Carlos III siguen vivas y esas políticas te dicen, asimílate, estudia, trabaja, pero no tengas demasiada identidad ni herramientas culturales, porque de esta manera va a ir desapareciendo esa “lacra cultural” que creen que representamos los gitanos. Las administraciones sólo buscan la asimilación, que dejemos de ser lo que somos y que olvidemos nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestra música, porque esto no les interesa y después nos dicen que las políticas no funcionan y ¿cómo van a funcionar?. 

Los gitanos no somos tontos, llevamos 600 años de resistencia y por muchas estrategias que hagan para asimilarlos, no van a funcionar porque ya las conocemos y cualquier política hacia el Pueblo Gitano funcionará cuando cuenten con nosotros para elaborarlas y se basen en el reconocimiento y el respeto hacia lo que somos.

No existe un respeto hacia la diferencia, existen unas normas «blancas» pensadas para una sociedad uniforme y que no deja espacio para nuestras peculiaridades.

Desde Carlos III, los gitanos, fuisteis obligados por las distintas pragmáticas a trabajar en los oficios que os dictaban las administraciones y a vivir en determinados espacios. El mundo está cambiando y esos oficios que se le impusieron al pueblo gitano, están decayendo. ¿Cómo os afecta esta transformación del mundo laboral?.

Existe el mito de que el gitano no quiere trabajar, pero no es cierto. Contaba el pintor Helios Gómez, durante su estancia en la Unión Soviética, que asignaron la gestión de una fábrica, íntegramente a gitanos y ellos organizaron sus turnos y sus reglas, de manera que se organizaron a la manera gitana y lograron mejorar la producción de otras fábricas similares.

En la gran redada (1749) pasó lo mismo con las mujeres que estaban en las casas de misericordia. Se las trataba mal y se las pagaba peor que a las mujeres pobres que cosían allí y ellas se rebelaron y ni cosían ni aprendían y las llamaban inútiles, pero cuando empezaron a darles confianza y les pagaron igual que a las pobres, el nivel de producción y la calidad de las costuras fue el mismo o incluso superior.

La venta ambulante es una forma de trabajo tradicional del pueblo gitano y se está empobreciendo día a día y se ha planteado con las normas que atañen a una empresa normal cuando los gitanos concebimos la venta ambulante como una forma de trabajo colectivo y familiar, de manera que no puedes llevar a tu hijo a una parada y dejarlo allí mientras vas al lavabo o a tomar un café porque lo tienes que dar de alta y si le pillan ayudando o atendiendo a la clientela se te va a caer el pelo. No hablamos de casos de explotación, hablamos de la forma gitana de entender lo colectivo, la familia y el trabajo. Estas reglas uniformadoras nos empobrecen, limitan nuestras opciones de ganarnos la vida y rompen una tradición familiar que puede ser de varias generaciones.

En la Mina tenemos mucha economía de intercambio, venta ambulante y también tenemos empleos normales, mucho paro y gente que se busca la vida como puede. 

Está muy extendida, la idea de que el pueblo gitano no se sabe organizar, que es caótico y que no acepta liderazgos y por esto te quería preguntar por la figura de tu hermano, Rafael Perona, que tiene una calle a su nombre en la Mina y que continúa estando en la mente de todos los vecinos por su compromiso con la comunidad.

Mi hermano se quedó en cuarto de derecho porque llegó un momento en que tuvo que decidir entre acabar la carrera o mantener su activismo y dedicarle más tiempo a su familia y optó por su pueblo y su familia, aunque no paró de estudiar en toda su vida. Era una persona con una capacidad intelectual altísima. Recuerdo que siendo muy pequeño, su profesora en el Camp de la Bota, que se llamaba Sor Javier, llamó a mis padres para pedirles que cuidaran los estudios de Rafael porque tenía reacciones y contestaciones de persona mayor.

Desde muy niño, se juntaba con los más viejos, les escuchaba y les daba unos razonamientos que les dejaba sorprendidos. Quizás su enfermedad le impidió moverse y jugar como los otros niños y eso le permitió pasar más tiempo leyendo y dándole vueltas a la cabeza. Leían los libros uno tras otro y absorbía todo el conocimiento. Si te acompañaba a una conferencia, tenía la capacidad de recordarla fotográficamente y al completo, al cabo de cuatro o cinco años y te explicaba los argumentos y contraargumentos como si hubiese sido ayer.

Tenía ese don como lo puede tener cualquier otra persona, pero además, él amaba por encima de todo a su comunidad, a su pueblo y a su cultura, Siempre luchó por la gitanidad del Camp de la Bota y por mantener la vida comunitaria. Se crió en el activismo y no se callaba nada porque tenía una gran elocuencia y podía argumentar lo que fuese sin ofender a nadie, però este compromiso social también le acarreó muchos problemas.

Tenía otro don oculto, que era el cante, Los artistas que traíamos para el festival de flamenco, solían tratarlo con un gran respeto porque Rafael siempre fue considerado como un intelectual,  pero una vez acabado el festival, nos reuníamos en “petit comité” y Rafael se arrancaba a cantar y los artistas quedaban anonadados, no se podían creer el arte que tenía.

Respondiendo a tu pregunta, los gitanos no necesitamos a nadie para que nos organice o nos tutele. Tenemos gente preparada y reconocida por la comunidad que ejercen este papel de liderazgo y mi hermano fue un ejemplo de esto.

El guitarrista Paco Heredia me comentó que dando clases de guitarra en el Centro Cultural Gitano, observó que no conocía ningún otro lugar con tanto talento por metro cuadrado. En el mundo actual, donde la cultura de consumo está globalizada, ¿cómo se puede gestionar y potenciar ese talento innato del gitano y ese patrimonio cultural que es el flamenco?.

Recuerdo que entre los años sesenta y ochenta, en todas las casas gitanas había cuatro o cinco guitarras, yo misma tocaba la guitarra, era algo muy natural y entonces llegaron las políticas integracionistas y nos dijeron que teníamos que desprendernos de todos esos estereotipos que la sociedad paya tenía de nosotros y de ese romanticismo, que ya no era necesario que todos los gitanos supiéramos cantar, bailar, tocar la guitarra y las palmas.

Esto caló entre los propios gitanos  que desde el asociacionismo defendimos que el gitano puede hacer muchas más cosas, además de cantar y bailar y entonces pasamos de un extremo a otro. Creímos que estábamos en un proceso de empoderamiento del pueblo gitano e incluso llegamos a desprendernos de esas tradiciones y de ese talento innato que tenemos con nuestra música. Algo parecido sucedió en el Misisipi entre la gente de color con el jazz y el blues.

En la Mina vivimos segregados, por una parte, tenemos la sensación de ser lo peor, arrastrada durante siglos a causa de las pragmáticas, las políticas integradoras nos quieren llevar a la uniformización, a perder nuestra cultura y nuestra forma de ser  y cuando pierdes tu cultura, aparece la subcultura y te quedas con lo peor. En la actualidad, muchos niños gitanos ya no saben lo que es una soleá o una seguiriya y, sin embargo, nuestra cultura musical se está enseñando en el Taller de Músics a 200 euros la hora.

Los gitanos hemos tenido siempre una idiosincrasia especial y a pesar de las pragmáticas y prohibiciones que nos han impuesto, siempre encontramos nuevas formas para ser y parecer gitanos. Los gitanos no estamos incorporados en la cultura española porque todo lo que hemos aportado a la sociedad, se ha integrado en la cultura española como si nosotros no tuviésemos nada que ver con ello. 

Un ejemplo de esto sería la Feria de Abril. A los gitanos no nos permitían juntarnos, debíamos vivir donde nos decían las autoridades debido a las pragmáticas y el único lugar donde teníamos permitido vernos, era en las ferias de ganado, donde las familias gitanas montabas sus paradas con sus borricos, sus caballos, su ganado y las gitanas se engalanaban con sus vestidos coloridos, sus volantes, su flor, sus abalorios y terminaban siendo una fiesta. La Feria de Abril empezó siendo eso, una feria de tratantes gitanos que no se podían ver más que allí y donde había una acumulación de talento para rabiar y unas enormes ganas de fiesta. Allí empezaron a venir los señoritos de Sevilla, las mujeres se empezaron a vestir como nosotras, se comercializó la feria y se convirtió en otra cosa. Hoy en día, no hay nadie que crea que la Feria de Abril viene de un encuentro de tratantes gitanos ni que el vestido de sevillana, es en realidad un vestido de gitana.

Carmen Amaya es un monstruo como podrían ser Michael Jackson, Mick Jagger o Camarón de la Isla. Son artistas con un talento fuera de lo común, de los que salen muy pocos en cada generación, pero ahora mismo, Carmen Amaya está en el limbo, Andalucía no la quiere reconocer porque no es andaluza y en Catalunya no se la reconoce por ser gitana. En Catalunya, tardaremos siglos en tener otra artista con un talento tan grande como Carmen Amaya.

La Rumba Catalana también es una aportación gitana a la cultura catalana y esto lo contaba muy bien el Chacho, que es un rumbero catalán de la calle la Cera y que es el gran olvidado de la rumba. Él decía que la rumba catalana no la inventó nadie,  la inventamos los gitanos catalanes que vivíamos aquí, teníamos la influencia del flamenco y nos encontrábamos con nuevas músicas que llegaban al Paralelo de la manos de artistas cubanos. Nosotros escuchábamos estas músicas que venían de fuera y después las llevábamos a nuestro terreno, en la calle la Cera, y las integramos en nuestras fiestas. Ahí nace la rumba catalana.

Sobre la segregación, recuerdo que en documental “Sara” (filmin) se hablaba de un policía, “el gravao”, que en la época del Camp de la Bota, se atribuyó la potestad de hacer lo que le viniese en gana con cualquier persona de etnia gitana, así que se permitía el lujo de robar, pegar, humillar e incluso matar a quién considerase oportuno, al margen de la ley y sin ninguna consecuencia para él.  Esta manifestación tan brutal del antigitanismo hace pensar si se trata de un fenómeno que se puede gestionar con leyes o se trata de algo mucho más profundo.

El abuso de poder hacia los gitanos ha estado siempre y sigue estando, en las ventanillas de las administraciones, en los policías que te paran y te piden la documentación por ser gitana y si el policía me acusa de alguna cosa, será su palabra contra la mía y su palabra vale más que la de una gitana morena con un moño. El antigitanismo está en todas partes, en las personas no gitanas, en las administraciones, en los servicios públicos y es una discriminación racial plenamente vigente.

Esto viene de lejos, justo desde el momento en que se puso la simiente blanca, colonial, que organizó el Nuevo Mundo en base a intereses económicos, deshumanizando todo lo racializado, incluyendo los gitanos. Se empezó por la explotación de otras culturas, pero los gitanos ya estábamos aquí, hacía siglos que habíamos llegado a España y nos aplicaron los mismos parámetros de deshumanización que al resto de culturas y lo más grave es que nunca ha existido un reconocimiento de ello.

Esta mentalidad española de deshumanización del Pueblo Gitano, ha estado aquí siempre, aunque parezca que no ha estado. Está tan arraigada que a veces la tenemos los propios gitanos y para arrancar esto tenemos que recuperar nuestra historia, conocer y reconocer todo lo que ha hecho el poder español en contra del Pueblo Gitano. El Rey de España y la Iglesia católica deberían pedirnos perdón a partir del conocimiento y reconocimiento del daño hecho a la población y a la cultura gitana. La sociedad blanca tiene que hacer un proceso de conocimiento, reconocimiento y reparación de las barbaridades que se han hecho con nuestro pueblo y nuestra cultura.

No se puede trabajar este problema desde un punto de vista racista y actualmente, las mentalidades dominantes españolas, catalanas, francesas, etcétera, es antigitana, aunque nos cueste verlo o reconocerlo, es así.

El gitano nunca se ha esperado a ver lo que viene. Llevamos setecientos años en Occidente y seguimos aquí, a pesar de las pragmáticas que hemos padecido. Somos una cultura de resisténcia, camaleónica, que hemos sobrevivido, incluso, a intentos de genocidio que además han sido invisibilizados, la Gran Redada en España y los campos de Exterminio Nazis. El poder permite cambiar cosas, pero los gitanos no tenemos poder, somos los desposeídos y podemos hacer hasta cierto punto porque las ideas que transmitió Cervantes en la Gitanilla, donde decía “los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones” sigue siendo tan vigente que incluso está escrito en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua”, en pleno siglo XXI.

Los gitanos no tenemos que romper un suelo de cristal, nosotros tenemos un suelo de cemento y lo tenemos muy difícil. En este momento hay diputados gitanos en el Parlamento y están trabajando mucho, pero todo este trabajo no será efectivo sin cambiar las mentalidades porque mientras exista un juez, un abogado, un policía, un funcionario en una ventanilla o incluso un gitano que asume los estigmas que le crea la sociedad, todo será muy complicado.

La cultura gitana se basa en principios colectivos y en una concepción de la vida, del trabajo y de la felicidad que poco tienen que ver con los valores dominantes del mundo globalizado. ¿Piensas que la cultura gitana es incompatible con el capitalismo?

El capitalismo es incompatible con la humanidad. El capitalismo no está interesado en que los seres humanos piensen en la colectividad, que se ayuden, que mejoren sus condiciones de vida. Al capitalismo sólo le interesa potenciar el individualismo, la codicia y la falta de empatía hacia otras culturas o formas de organización social. El capitalismo incluso ha destruido los propios valores que había tenido la cultura blanca porque en este momento, la cultura blanca es la cultura del capitalismo. 

Hay que repensar muchas cosas y si no construimos un modelo de sociedad alternativo al que propone el capitalismo, siempre van a quedar necesidades sociales por resolver y la gestión de esas necesidades siempre van a recaer sobre las mujeres.

¿Existe un modelo de feminismo gitano?

El feminismo hegemónico ha adoptado unos valores que parten más de una visión individual o grupal de la lucha contra el patriarcado y desde el punto de vista de la mujer gitana, debemos incorporar nuestras visiones específicas, tanto desde la concepción comunitaria de la alternativa al patriarcado como de la integración de la lucha contra en el antigitanismo en el feminismo gitano.

El patriarcado se basa en la falta obligaciones del hombre hacia el colectivo, la familia y a la sociedad en general, y desde la introducción de la mujer en el ámbito laboral, el rol del hombre se ha mantenido, mientras que el de la mujer se ha visto sobrecargado con más obligaciones y por el camino nos hemos dejado cosas como el cuidado de los niños, de las personas mayores y de la cohesión social, que mayormente recaen en las mujeres. Por eso el feminismo debe dar respuesta a todas las deficiencias de la sociedad que recaen en las espaldas de las mujeres.

Mi cultura, mis ancestros, llevan seiscientos años luchando y sufriendo por esa idea de la comunidad ante la individualidad y creo que las mujeres gitanas debemos construir nuestro propio modelo de feminismo.

En la Mina trabajamos con las mujeres y en los tiempos de crisis hemos observado que las mejores que han superado mejor esa crisis, son las gitanas y no es por casualidad. Esto sucede porque entre nosotras, a nivel de calle y de barrio, hemos construido una red de soporte social muy potente y la mujer que se incorpora a un puesto de trabajo puede estar tranquila de que sus hijos y sus personas mayores, estarán bien atendidos durante su ausencia. Este concepto de solidaridad y soporte mutuo que los gitanos llevamos en nuestro ADN se está perdiendo en la cultura blanca y nosotras lo debemos preservar porque forma parte de nuestra identidad.

El tema del feminismo gitano es muy complejo, primero nos hemos de preguntar qué características debe tener, quién lo construye y si realmente existe este movimiento. Si me lo preguntas a mí, lo tengo clarísimo, pero yo no me puedo atribuir la voz de las gitanas.

El 95% del pueblo gitano vive en barrios como este y no es posible construir una corriente feminista, en una cultura comunitaria, sin contar con la opinión y la participación de las mujeres de los barrios. El feminismo gitano se debe crear y evolucionar desde criterios reales, desde el sentimiento y la voluntad de las gitanas. Lo que no podemos hacer es un feminismo de laboratorio, a partir del feminismo blanco y con gente que vive en una realidad que no es la de las gitanas de estos barrios. El feminismo romaní ha de partir de cero, en los barrios y debe ser un proceso de empoderamiento comunitario.

Las administraciones no están interesadas en facilitar ningún proceso de empoderamiento de la mujer gitana y será un proceso muy complicado pero nosotras estaremos en la lucha, como siempre.

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