A Carlos Álvarez, un poeta habitualment empresonat

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Sembla que els poetes ens deixen, però és només una estona, com si fos un miratge. Al cap de poc temps, retornen amb més força i ens fan palesa la seva transcendència. El 27 de febrer fa un any de la mort de Carlos Álvarez (Jerez de la Frontera, 1933- Madrid, 2022), el poeta comunista que va arribar a patir presó per dedicar-li un poema a Julián Grimau; el poema portava per títol “SOS” i es va emetre a Radio España Independiente. Després, la presó seria una constant. 

El poeta va servir d’inspiració a molts cantautors (Aguaviva, Elisa Serna, Luis Pastor, Ana Belén, Adolfo Celdrán…) que el van mantenir present a la nostra memòria i que ara reforcen el seu record. 

Fullejo entre els seus libres i a Cantos y cuentos oscuros (1980) trobo la continuació d’una

SINFONÍA HEROICA

             Mentiría si no reconociera

             que Shakespeare más que Marx me ha conmovido,

             y que Lenin no habita donde Mozart

             se acerca a lo que amo.

             Pero si en Petrogrado un pueblo en armas

            destruye los es-

quemas de la Historia, y la Comuna de París resiste sólo un momen-

to acaso más del tiempo que fuera razonable,

              se me olvida Beethoven, y las coplas

              de La Internacional es lo que canto.

L’any 1977, Aurora de Albornoz, al pròleg de La campana y el martillo pagan al caballo blanco (Libros Hiperión), escriu en un text força interessant:

Quisiera hablar de La campana y el martillo pagan al caballo blanco sin repetir esos tópicos que todo comentarista de la obra de Carlos Álvarez destaca, y que acaso los lectores conocen de sobra: primero, que el poeta existe oficialmente en España solo desde 1969, fecha de publicación –en Barcelona– de Estos que ahora son poemas: antes de esa fecha era poeta con obras publicadas en danés, en sueco, en italiano…, o autor de libros publicados en París; segundo, que gran parte de la poesía de Carlos Álvarez está escrita en la cárcel; en las diversas etapas de cárceles que vivió; tercero, que aún hoy se siguen prohibiendo en España algunos poemas de Carlos Álvarez y –de vez en cuando– se prohíben aún las apariciones públicas del poeta. Tópicos que, inevitablemente, me veo obligada a repetir, y no para contribuir a crear un mito, sino porque todo ello tiene mucho que ver con su poesía.”

De Tiempo de siega y otras yerbas, Luis Pastor treu la lletra d’una cançó que trobem al seu disc Vallecas (1976):

QUISIERA un verso manchado

por la cal y por la grasa:

verso de andamio y de forja

para el son de mi guitarra.

Quisiera un verso caliente

para el frío de tu casa:

verso crecido en la tierra

como crece la mañana.

Quisiera estar en tu copla

cuando el vino te acompaña,

y repartirme en los vasos

que alimentan tu esperanza.

…Y quisiera estar contigo

cuando el hambre te traspasa,

y hacerte un pan amasado

con sudor y con palabras. 

I el mateix Luis Pastor, al seu disc Fidelidad (1975), canta Siete canciones del mendigo [1]: 

AUTOBIOGRAFIA RUBENIANA

Yo soy aquel que ayer no más decía

el verso rojo y la canción humana,

donde con tallo amargo se vestía

la savia luminosa del mañana.

El dueño fui de un verbo apasionado,

que derramé con agria certidumbre

de que siempre su manto desgarrado

dejaba ver, en lo interior, la lumbre.

Escribí en las paredes de la triste

mansión llamada España lo que en ella

entonces existia y hoy existe:

nostalgia irremediable de la estrella.

Con las manos vacías tracé un signo,

y quedaron mis manos apresadas;

pero no fui, por el grillete, indigno,

ni mis voces, por ello, amordazadas.

Di noticias de acá: la amarga tierra

prohibida para el hombre que la llora:

con sudor de sus manos en la guerra;

en la paz, con la sangre que se ignora

de tan escaso precio como alcanza.

Noticia di también, como testigo,

del ancho campo en siega de esperanza

sembrado por los hombres de buen trigo.

como tantos, vestí del prisionero

la monótona tela de los días;

hermano fui del hambre, compañero

de las noches patéticas y frías.

Me llamaron sintierra; bebí un trago

de ese insomnio espiral que es el destierro.

Si fue grave el error, fue duro el pago:

la soledad errática de un perro

que no acierta su rastro en el camino.

Y, por miedo a perder hasta el lenguaje,

volví a rimar mi voz con el destino

de mi patria, ligero de equipaje.

Ligero de equipaje llegué a puerto,

mas de Babel me pareció el idioma. 

¿Eran otras las flores de mi huerto,

o es que ahora confundo yo su aroma?

El eclipse de mar que aquí percebo,

¿tiene su centro en mí o está más hondo?

Se me angustia la mano si lo escribo,

se rebela mi pecho si lo escondo.

                                   ***

Yo soy aquel que ayer no más decía

el verso rojo y la canción humana.

No me importa decir lo que decía.

Volverá la esperanza una mañana.

                                        Ferrocarril de Langreo, verano de 1971

Notes

[1] https://www.youtube.com/watch?v=n-uJyNMSofA

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